cómo se crea un hábito

¿Qué es un hábito?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se define hábito como “Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”

Hábito significa modo de proceder adquirido por repetición de actos iguales u originado por tendencias instintivas.

Los hábitos pueden ser buenos o malos. Los buenos mejoran la calidad de vida, pero los malos tienen consecuencias negativas, muchas veces dañinas e irreversibles.

Hay multitud de hábitos y diversos factores intervienen en su formación, pero pueden clasificarse en tres tipos: sensoriales, motores e intelectuales.

Los sensoriales están vinculados a los sentidos, por ejemplo la percepción del matiz de los colores por un pintor; los motores se relacionan con movimientos como caminar, escribir, etc., y los intelectuales son el resultado de la actividad de pensar.

Los hábitos son adquiridos y, por tanto, modificables. Pero modificar abandonar un hábito es muy difícil y bastante complicado.

¿Cómo se genera un hábito?

El mecanismo por el que generamos los hábitos es bastante simple: repetir una conducta hasta que se automatiza

Esto no quiere decir que se trate de una tarea fácil (a pesar de su simpleza), sobre todo cuando el objetivo de crear el nuevo hábito es abandonar otro anterior. 

Una vez que automatizamos la conducta, ésta se hace más cómoda y eficaz, pero las primeras veces que desarrollamos la conducta nueva, nos puede resultar difícil, ya que es algo nuevo para nosotros.

Si además tenemos que evitar dejarnos llevar por el antiguo hábito para tratar de crear el nuevo, el esfuerzo que debemos hacer, requerirá que tengamos una buena motivación para el cambio.

Sin embargo es importante que tengamos presente que la motivación de que disponga la persona que se plantea el cambio, debe dirigirse a la formación del nuevo hábito, a través de las repeticiones periódicas de la nueva conducta.

¿En qué nos basamos?

Para William James (1842-1910), uno de los padres de la psicología moderna, cuyas teorías han sido refrendadas por diferentes teorías y estudios a lo largo del último siglo.

En su obra Principios de Psicología los cambios estructurales que se producen en nuestro cerebro mediante la ejecución de acciones nuevas, requieren que éstas se repitan de forma sistemática al menos durante un periodo de 21 días consecutivos.

Según este autor, después de tres semanas de repeticiones, la nueva conducta se interioriza e integra en forma de hábito.

Teniendo esta idea presente, podemos plantearnos el cambio de un hábito como si se tratara de un combate de boxeo de 21 asaltos: cada día tendremos el objetivo de aguantar el ataque del contrincante (el hábito antiguo) del que nos defenderemos abrazando el nuevo hábito (como si de un dogma de fe se tratase), sabiendo que al final del combate el sufrimiento se desvanecerá y ya no nos resultará difícil mantener el nuevo hábito.

Debemos plantearnos el cambio de hábitos como un cambio sistemático de conductas lo más concretas posible.

Si hablamos por ejemplo de introducir cambios en nuestra alimentación, debemos elegir los hábitos concretos que vamos a cambiar, y abordarlos uno a uno de forma individual y concreta. 

Una vez adoptado este hábito, cuando mantenerlo no suponga tanto esfuerzo, nos plantearemos el siguiente. 

Ha de ser una prioridad el establecer objetivos concretos y asequibles para conseguir cambios más generales a largo plazo.

Es importante definir muy bien la conducta que queremos transformar en hábito y con qué hábito nocivo va a competir.

Además la persona debe abrazar el nuevo hábito de forma sistemática, a ser posible, incluso con cierta regularidad horaria, como si de un ritual se tratara.

¿Cuáles son las etapas para modificar un hábito?

Se considera que hay seis etapas en la modificación de un hábito:

1. Precontemplación: Cuando aparece ante nosotros el daño. Por ejemplo cuando nos dicen​que no deberíamos beber tanto o cuando nos damos cuenta de que bebemos más de lo que necesitamos. Pero al mismo tiempo buscamos razones para no hacerlo.

2. Contemplación: Ya no se buscan razones para no cambiar, se asume la conducta dañosa y hasta se hacen propósitos para cambiarla o abandonarla, y hasta se pueden hacer intentos, que enseguida se abandonan.

3. Preparación: El haber hecho intentos de cambiar sin haber tenido éxito, lleva a conocer que abandonar el hábito es costoso y difícil, pero ya se tiene conciencia de que es necesario.

4. Concreción: Aparecen los esfuerzos conscientes y continuados por abandonarlo, y se consiguen ciertos logros, aunque no se logra el éxito. Muchas veces por carecer de una estrategia adecuada.

5. Mantenimiento: El hábito se ha abandonado ya, pero queda la tarea de evitarlo y persistir en la nueva conducta.

6. Recaída: Es la vuelta a la conducta de hábito, pero nunca se vuelve al punto cero: las tres primeras fases ya no son necesarias si se quiere volver a intentar el abandono, aunque es recomendable empezar en la tercera y revisar las estrategias.

Podemos resumir en tres ideas:

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