COVID y Salud Mental

COVID y ¿peor salud mental?

La irrupción del virus SARS-CoV-2, causante de la pandemia de COVID-19, ha supuesto la implementación urgente de medidas sanitarias, político-sociales y jurídicas que han permitido atender a miles de personas contagiadas en centros sanitarios, muchas veces en detrimento de atención a otras patologías y, también, ha conllevado el confinamiento estricto de la mayor parte de la población del planeta durante meses.

Tras finalizar el confinamiento de la primera ola (más de 90 días en España), se observó cómo el cambio de rutinas y el casi cese de interacción social para gran parte de la población habían hecho mella en la salud mental, afectando sobre todo alos grupos más vulnerables de nuestra sociedad.

Población en riesgo

El aislamiento domiciliario, el temor por contraer la enfermedad o por cómo estaban nuestros allegados y la incertidumbre de lo que iba a pasar han desencadenado en muchas personas  irritabilidad, insomnio, frustración, estrés, miedo, ataques de pánico, depresión o intento de suicidio (Ruiz-Fruitos et al, 2021), siendo todos ellos los principales efectos detectados en la salud mental como consecuencia de la COVID-19.

Existe una clara correlación  entre el incremento de la incidencia de trastornos mentales con la COVID y los sectores sociales más vulnerables de la población (Buitrago-Ramírez F et al, 2021). Los grupos más vulnerables, que han visto empeorar su salud mental como consecuencia de la pandemia COVID-19, son:

En el 2020, solo el 51% de los 194 países que integran la Organización Mundial de la Salud (OMS) informaron de que su política de salud mental estaba en consonancia con la preservación de derechos humanos. Muy por debajo del objetivo establecido: el 80%

La demanda de servicios en salud mental se ha visto incrementada con la pandemia de COVID-19. El duelo, el ‎aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo han  generado o agravado trastornos de salud mental. Además, actualmente se está profundizando en el estudio de los daños neurológicos evidenciados en COVID persistente. Las personas que padecen trastornos ‎mentales, neurológicos o derivados del consumo de drogas también son más vulnerables a la infección del ‎SARS-CoV-2 (OMS, 2020).

Aumento de la promoción de la salud mental con el COVID, pero eficacia cuestionable

Tal y como recoge el Plan de Acción Integral de Salud Mental 2013-2030, los sistemas sanitarios a nivel global no han respondido adecuadamente a la carga de los trastornos mentales. Se  han incrementado las políticas de  promoción y prevención de salud mental, pero los recursos humanos y financieros que se destinan son insuficientes. 

Entre el 76% y el 85% de las personas con trastornos mentales graves no reciben tratamiento en los países de ingresos bajos y medios y el porcentaje en los países de ingresos altos está entre el 35% y el 50%. A este déficit se le suma la mala calidad en la atención recibida, también por falta de financiación.

La media mundial de trabajadores de salud mental por cada 100.000 habitantes se ha incrementado en los últimos años. Sin embargo, esta proporción es muy desigual entre países. Si bien en Europa la media de psiquiatras es de 13 por cada 100.000 habitantes, en España esta cantidad se reduce a  9 psiquiatras por cada 100.000 habitantes.

El dolor emocional es tan importante para la experiencia humana como el dolor físico

La pandemia no sólo impacta en la salud mental de los adultos, sino también en la de los jóvenes y niños/as. La  alteración de las rutinas, la educación y el ocio, así como la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, provocan miedo, rabia y preocupación en la infancia y la juventud (UNICEF, 2021). El último informe redactado por UNICEF advierte de que los principales obstáculos que impiden a la mayoría de niños tener una salud mental positiva o acceder a los servicios sanitarios adecuados continúan siendo la estigmatización y la infrafinanciación.

Retos para el 2030

La comisión sobre salud mental global de la revista ‘The Lancet‘publicaba en 2018 que la salud mental “es un bien público relevante para el desarrollo sostenible de los países (…) es un derecho humano irrenunciable” (Patel V et al, 2018). Pero, el presupuesto destinado a salud mental está muy por debajo de lo necesario. La financiación destinada a la salud mental debería incrementarse y destinarse a una atención integral dispensada desde los centros regionales y locales de proximidad, como son los centros de Atención Primaria de Salud (Buitrago-Ramírez F et al, 2021).

Los gobiernos destinan menos de un 2% del presupuesto de sanidad a la salud mental

A nivel mundial, el gasto anual en salud mental es inferior a 2 dólares por persona y menos de 0,25 dólares por persona en los países de bajos ingresos.

El número de trabajadores sanitarios especializadosque se ocupan de la salud mental en los países de ingresos bajos y medios es muy insuficiente. Casi la mitad de la población mundial vive en países donde, por término medio, hay un psiquiatra para atender a 200.000 o más personas. Los profesionales psicosociales son aún más escasos.

No invertir en atención a la salud mental no es un ahorro, sino que supone un gran coste económico para la sociedad

También es fundamental intervenir en el ámbito educativo para que los niños/as y jóvenes sean capaces de detectar cualquier problema que perturbe su bienestar mental (ansiedad y depresión mayoritariamente) y es necesario recuperar un ocio creativo y diferente. Esta última intervención ayudaría a reducir las adicciones a las redes sociales y a internet: el juego y el porno online aumentaron durante la pandemia (Confederación Salud Mental España).

Es imprescindible una mayor financiación en la atención en salud mental para mejorar la calidad de vida y bienestar de la población general.

Bibliografía

Alonso J, Vilagut G, Mortier P, Ferrer M, Alayo I, Aragón-Peña A, et al. Mental health impact of the first wave of COVID-19 pandemic on Spanish healthcare workers: A large cross-sectional suervey. Rev Psiquiatr Salud Mental 2021; 14(2):90-105

Buitrago-Ramírez F, Ciurana-Misol R, Fernández-Alonso MC, Tizón-García JL, Grupo de salud mental del PAPPS. Repercusiones de la pandemia de la COVID-19 en la salud mental de la población general. Reflexiones y propuestas. Aten Primaria 2021; 53(7):102143

Organización Mundial de la Salud (OMS). Los servicios de salud mental se están viendo perturbados por la COVID-19 en la ‎mayoría de los países, según un estudio de la OMS. 2020.

Patel V, Sazena S, Lund C, Thornicroft G, Baingana F, Bolton F, et al. The Lancet Commission on global mental health and sustainable development. Lancet 2018; 392(10157):1553-1598

Ruiz-Fruitos C, Gómez-Salgado J. Efectos de la pandemia por COVID-19 en la salud mental de la población trabajadora. Arch Prev Riesgos Labor 2021; 24(1):6-11

United Nations Children’s Fund, The State of the World’s Children 2021: On My Mind – Promoting, protecting and caring for children’s mental health, UNICEF, New York, October 2021.

World Health Organization (WHO).Comprehensive Mental Health Action Plan 2013-2030. 2013.

World Health Organization (WHO). Mental Health Atlas 2020.2021

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