El trastorno por estrés postraumático es un trastorno que padecen algunas personas, de cualquier edad, después de haber vivido o presenciado un acontecimiento peligroso, de terror o que ha producido un gran impacto en la persona. También puede darse en otras situaciones como la pérdida repentina de un ser querido.

Se estima que el 50% de mujeres y del 60% de hombres padecerán un evento traumático a lo largo de la vida, con una prevalencia de desarrollo de TEPT de un 7% (Pietrzak RH, 2011; Darves-Bornoz JM, 2008).

En España, según el estudio ESEMED la prevalencia a lo largo de la vida del TEPT es del 1,95%.

Es un trastorno frecuente en personas como: veteranos de guerra (y personas que viven en situaciones de conflictos bélicos), personas que han sufrido/presenciado atentados terroristas, los que han padecido agresiones físicas, sexuales o maltratos, accidentes de tráfico, catástrofes naturales, u otros acontecimientos graves.

Por ello es un trastorno frecuente en personas que están en contacto con situaciones de guerra, debido a las situaciones que allí se viven. No afecta a todas las personas, puesto que depende mucho de las características individuales de cada uno, de los recursos que esa persona tenga para sobrellevar el estrés y la ansiedad, del tipo de situaciones que se viven, del tiempo de exposición…

Para padecer este trastorno es fundamental el haber sufrido en primera persona esta situación o estar presente cuando otros la padecían.

Estas personas presentan, durante más de un mes después del acontecimiento, recuerdos muy angustiosos del suceso que le vienen a la cabeza involuntariamente y no pueden controlarlos, también presentan sueños angustiosos o pesadillas sobre el suceso. Las personas que padecen un trastorno por estrés postraumático pueden presentar flash-backs sobre el suceso y un gran malestar, tanto físico como psíquico, asociado a ellos o a cualquier información, conversación sobre el suceso. Por ello es característico que estas personas eviten cualquier cosa que tenga que ver con el suceso.

Otros de los síntomas que se pueden presentar son: incapacidad para recordar detalles del suceso o aspectos importantes del mismo, presentar pensamientos catastrofistas secundarios al suceso, percepción distorsionada de la realidad, sensación de desapego hacia los demás o incapacidad para volver a experimentar sensaciones positivas. Por otro lado, también se ve afectado el estado de alerta de la persona, que se mantiene en un estado de hiperalerta que se caracteriza por: irritabilidad, ataques de ira, conducta agresiva física o verbalmente, comportamientos autodestructivos, hipervigilancia, sobresaltos frecuentes, mostrarse asustadizo, alteración de la concentración, de la memoria, de la capacidad de retener informaciones nuevas, alteraciones de sueño…

Cuando una persona sufre un acontecimiento estresante y después presenta algunos de estos síntomas, debe consultar a un especialista en psiquiatría, para que pueda valorar la presencia de un trastorno por estrés postraumático u otro trastorno de ansiedad relacionado. Por eso, debe ponerse en manos de un especialista en salud mental y realizar un tratamiento adecuado, puesto que este trastorno es una enfermedad que si no se trata puede cronificarse, con un gran empeoramiento para la calidad de vida de la persona.

Los síntomas del TEPT por lo general se manifiestan poco después del evento traumático, aunque en hasta el 25% el comienzo de los síntomas podría retrasarse seis meses e incluso aparecer y desaparecer de forma intermitente durante muchos años.

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