María Robles heroína y otros opioides

 

¿Qué son los opiáceos?

Los opiáceos son unas sustancias naturales que se obtienen del zumo de las semillas de la adormidera.  El zumo seco y fermentado se llama opio y en 1806 se consiguió aislar, por primera vez, el principal elemento del opio en su forma pura y fue denominado morfina en honor a Morfeo, el Dios del sueño.

 

El término opiáceo se refiere a que son sustancias que se extraen de la cápsula de la planta del opio.  Por extensión, se denominan también así los productos químicos derivados de la morfina.

 

¿Y los opioides?

Sin embargo, la palabra opioide se utiliza para designar aquellas sustancias endógenas o exógenas que tiene un efecto análogo al de la morfina y poseen actividad intrínseca.

 

¿Qué es la heroína?

La heroína, es un opioide con propiedades analgésicas que también se ha utilizado como antitusígeno o antidiarreico. La heroína procede del opio y su consumo regular se asocia a la tolerancia y dependencia física.

La heroína está considerada una droga ilegal altamente adictiva. Forma parte de la familia de los opioides y es, en España, el opioide del que más se abusa. La heroína es el opiáceo que actúa más rápidamente.

Es una de las drogas depresoras del sistema nervioso central y se caracteriza por producir una rápida e intensa dependencia física y psíquica, por lo que se la considera una de las drogas más adictivas y perjudiciales para la salud. La heroína deriva de la morfina, sustancia natural que se extrae de la vaina de semillas de ciertas plantas de amapola (adormidera) que se cultivan en el sudeste y sudoeste de Asia, México y Colombia.

Normalmente se consume en forma de polvo blanco o marrón, o como una sustancia negra pegajosa conocida en la calle como «goma» o «alquitrán negro». Aunque se está volviendo más común encontrar heroína de mayor pureza, la mayoría de la heroína que se vende en la calle ha sido adulterada con otras drogas o con sustancias como azúcar, almidón, leche en polvo, quinina, estricnina….

Según los datos de la última nota de prensa del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, publicada el pasado 26 de mayo de 2017, la tendencia del consumo de heroína sigue estabilizada en niveles muy bajos. El 0,6% ha probado la heroína alguna vez en la vida y el 0,1% en el último año y en el último mes. El perfil mayoritario es el de un hombre mayor de 35 años.

La heroína se puede consumir de varias formas: inhalada, fumada, aspirada o inyectada. También se consume en ocasiones mezclada con crack de cocaína, formando el “speedball”.

Poco después de consumir la heroína, ésta atraviesa la barrera de sangre del cerebro y se adhiere a los receptores opioides y por ello se siente lo conocido como “rash” o euforia, que desencadena una oleada de sensaciones agradables. Cuando se consume heroína, ésta pasa la barrera hematoencefálica y llega al cerebro, donde se convierte en morfina y se adhiere rápidamente a los receptores opioides (1).

 

Debido a ello, las personas que consumen heroína suelen sentir inicialemente una placentera sensación de euforia. La intensidad depende de la cantidad de heroína que se ha consumido y de la vía de administración de la misma, siendo la vía intravenosa la más rápida. Cuanto más rápida sea, más rapidamente llegará la heroína al cerebro y se adherirá a los receptores opioides.

 

Por ello, tras la euforia inicial, la persona que ha consumido heroína se siente adormilada o somnolienta durante varias horas y sus funciones mentales están obnubiladas; la función cardíaca se vuelve más lenta y también se reduce grandemente el ritmo de la respiración, en algunos casos hasta el punto de poner en riesgo la vida.

Efectos de la heroína a corto plazo:

Efectos de la heroína a largo plazo:

Consecuencias negativas del consumo

La parada respiratoria tras una sobredosis de heroína es una causa frecuente de muerte en estas personas.

Entre los efectos a largo plazo de la heroína se presentan efectos que no derivan en sí mismos de la heroína sino de las sustancias con las que la heroína está adulterada (que dan lugar a infecciones en las venas y zonas de venopunción, además de acumularse en los tejidos y articulaciones dando lugar a problemas reumatológicos, neumológicos o cardíacos y también reacciones inmunológicas frente a estos componentes) y también a las prácticas de riesgo asociadas a su consumo tales como el hecho de compartir jeringuillas (que da lugar a la transmisión de enfermedades infecciosas como las hepatitis o el VIH).

Además, se debe tener en cuenta que los pacientes dependientes de opioides muestran una alta tasa de comorbilidades psiquiátricas. Los estudios clínicos y epidemiológicos han revelado una tasa alta y amplia de trastornos psiquiátricos comórbidos en pacientes dependientes de opiáceos, lo que se denomina Patología Dual.

En un estudio realizado en Barcelona en pacientes con dependencia a opiáceos en un programa de mantenimiento con metadona, el 32,3% tenía trastornos mentales concurrentes o un diagnóstico dual y la prevalencia parece aumentar con el tiempo. Existe una alta prevalencia de comorbilidades psiquiátricas, especialmente trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad y trastornos de la personalidad, en los pacientes con trastorno adictivo por consumo de heroína y/u otros opioides.

De esta manera, las personas con dependencia de los opiáceos tienen una tasa de mortalidad de 1-2% anual, que es entre 10 y 20 veces más alta que en el caso de las personas del mismo grupo de edad de la población general (2).

 

Las causas más importantes de mortalidad en este grupo de población son las siguientes:
1) La intoxicación aguda (sobredosis). Responsable del 33-50% de todas las muertes (2).
2) Determinadas infecciones graves, como la infección por VIH o por las hepatitis
3) Suicidios
4) Traumatismos, accidentes

En España se calcula que han muerto más de 25.000 jóvenes por sobredosis desde el inicio de la epidemia de consumo de heroína (3). Se calcula que en la Unión Europea cada año se mueren entre 6.500 y 8.500 personas por sobredosis de heroína (4,5).

Por todo ello es importante el diagnóstico precoz del trastorno por consumo de opiáceos ya que, como hemos visto, tiene graves consecuencias para la salud física y mental.

La superación de un trastorno adictivo a menudo se alcanza después de un proceso largo del que forman parte, tanto los intentos de tratamiento como las recaídas. Por esta razón, las estrategias para prevenir que las personas que usan drogas mueran o enfermen gravemente durante este periodo se convierte en una actividad prioritaria para los profesionales y los servicios que las atienden.

 

Referencias:

 

 

 

 

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