La personalidad se define como el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la manera de ser de una persona y la diferencian de las demás.
Dentro de la categoría de trastornos de personalidad se engloba un conjunto de trastornos que se caracterizan porque las personas presentan alteraciones en el área emocional, motivacional, afectiva y de las relaciones sociales1.
Un trastorno de personalidad se define como experiencias y comportamientos que difieren de las normas sociales y expectativas. Las personas diagnosticadas con un trastorno de la personalidad pueden tener alteraciones en la cognición, la emotividad, el funcionamiento interpersonal o en el control de impulsos, lo que genera conflictos en el área personal y en el social. La aparición de estos patrones de comportamiento por lo general se remonta al principio de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta.
Todos ellos se caracterizan porque no se ajustan a las normas sociales o expectativas de la sociedad debido a que suelen ser inflexibles, lo que dificulta la adquisición de nuevas habilidades y comportamientos y con ello hace que la persona sea vulnerable ante los cambios. Estos comportamientos generan malestar en el individuo y en quienes le rodean y no se deben a un acontecimiento vital, sino que se presentan durante toda la vida.
Clasificación de los trastornos de la personalidad:
El trastorno paranoide de la personalidad se caracteriza por un patrón de desconfianza y suspicacia general hacia los otros, de manera que las intenciones de estos son interpretadas como maliciosas.
El trastorno esquizoide de la personalidad se caracteriza por la falta de interés en relacionarse socialmente y por una restricción de la expresión emocional.
El trastorno esquizotípico se caracteriza por presentar un patrón de déficit social o interpersonal con una gran disminución de la capacidad para las relaciones personales. Tienen distorsiones cognitivas y de pensamiento y un comportamiento excéntrico.
El trastorno de personalidad antisocial se caracteriza porque los individuos no pueden adaptarse a las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales.
El trastorno límite de la personalidad se caracteriza primariamente por inestabilidad emocional, impulsividad y relaciones interpersonales caóticas. El perfil global del trastorno también incluye una inestabilidad acusada y generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad.
El trastorno histriónico de la personalidad se caracteriza por un patrón de excesiva búsqueda de atención incluyendo un comportamiento seductor inapropiado y una excesiva necesidad de aprobación.
El trastorno narcisista de la personalidad se caracteriza por un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía que empieza al comienzo de la edad adulta y que se da en diversos contextos.
El Trastorno de la personalidad por evitación se caracteriza por un patrón generalizado de inhibición social, sentimientos de inadecuación, hipersensibilidad a la evaluación negativa, rechazo o desaprobación y evitación de la interacción social.
El trastorno dependiente de la personalidad se caracteriza porque los individuos tienen una necesidad general y excesiva de que se ocupen de ellos, además de un gran temor de separación.
El trastorno de la personalidad obsesiva-compulsiva se caracteriza por un patrón general de preocupación por el orden, perfeccionismo, control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la apertura y la eficiencia.
María Robles Martínez es Médico Psiquiatra en Barcelona, Doctora en
Psiquiatría por la Universidad de Cádiz (UCA), Máster en Clínica Salud
Mental y Psicopatología por la Universidad de León, Máster en
Inteligencia Emocional por la European Quality Business School. Además
es experta en Emergencias en Salud Mental, en Psiquiatría Forense y en
trastornos de la personalidad y Especialista en Adicciones y Patología Dual
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