El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del desarrollo neurológico que afecta a millones de niños y que a menudo persiste en la edad adulta (APA, 2014). El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes que interfiere en el adecuado funcionamiento académico y social del niño y en el laboral en el caso de los adultos.
El déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurológico que puede tener graves consecuencias en la vida de la persona si no se sigue tratamiento médico y psicológico. En las personas diagnosticadas con TDAH, la liberación de dopamina y noradrenalina en el cerebro se da por debajo de lo normal. Por tanto, la medicación que se les prescribe tiene como objetivo regular los niveles de estos dos neurotransmisores (Guerrero R).
Suele iniciarse en la infancia y se mantiene en la edad adulta, pero muchas veces no se diagnostica en los niños y se diagnostica en la edad adulta.
La prevalencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), a nivel global, es del 5-7% de los niños y del 4,4% en adultos (Cutler, 2022). El motivo de que la prevalencia sea menor a partir de la adolescencia se debe a que con la edad disminuye la hiperactividad, aunque se mantiene el déficit de atención y muchas veces por eso pasa desapercibido y no se diagnostica.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se da tanto en hombres como en mujeres, aunque los estudios demuestran mayor prevalencia en hombres. Aún y así, las diferencias de género son pequeñas.
En la actualidad, se distinguen 3 tipos de este trastorno: uno con predominio de déficit de atención, otro en el que predomina la impulsividad-hiperactividad y un tercero que combina ambos síntomas.
La persona tiene dificultades para organizarse o terminar una tarea, prestar atención a los detalles, seguir instrucciones o mantener una conversación. Se suelen distraer fácilmente o se olvidan de detalles de la rutina diaria.
La persona se mueve constantemente y habla mucho. Le resulta difícil quedarse sentada quieta durante mucho tiempo. Los niños más pequeños pueden correr, saltar o trepar constantemente. La persona se siente inquieta y tiene problemas con la impulsividad. Una persona que es impulsiva puede interrumpir mucho a otros en mitad de una conversación, tener dificultades para escuchar o esperar su turno. También suelen hablar o moverse en momentos inadecuados. En ocasiones cogen cosas que son de otros También las personas con impulsividad suelen tener más accidentes y lesiones que los demás.
La misma persona presenta, a la vez, síntomas de los otros dos tipos de TDAH.
El diagnóstico de TDAH es un diagnóstico clínico, es decir, que se realiza mediante una entrevista con un profesional de la salud mental que esté específicamente formado en el TDAH.
Para ayudar al diagnóstico se pueden utilizar varios test que ayuden al profesional a afinar el diagnóstico, pero no sería obligatorio.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V (APA, 2014), los síntomas que caracterizan el TDAH son:
Para diagnosticar el TDAH no es suficiente con detectar estos tres síntomas básicos, sino que deberán manifestarse, como mínimo y para cada uno de ellos, otros seis síntomas en el caso de los niños y cinco para los de 17 años o más (APA, 2014).
El tratamiento para el TDAH ha de ser un tratamiento combinado: psicológico y farmacológico.
En los niños, el TDAH no tratado afecta su funcionamiento en la escuela, en la familia y en el círculo de amigos, por lo que es necesario que sea detectado y tratado cuanto antes para mejorar su funcionamiento en el día a día.
Debido al déficit de atención, los niños con TDAH tienen muy poca motivación, necesitando ser reforzados constantemente, en forma de aprobación y reconocimiento cuando lo hacen bien, transmitiéndoles ánimo y adjudicándoles tareas que les sean atractivas para obtener mejoras en su funcionamiento. Es imprescindible seguir una correcta planificación del trabajo escolar: fragmentando las tareas y haciendo descansos, es decir, combinando trabajo cognitivo con descanso o actividad lúdica o deportiva (trabajo/descanso/trabajo/actividad lúdica…), y así hasta finalizar. De este modo, el niño mejorará su atención, concentración y rendimiento.
La realización de ejercicios que les ayuden a ejercitar la concentración, memoria, planificación y determinación en las respuestas son de gran ayuda por sus efectos positivos sobre la conducta, la flexibilidad cognitiva, el desarrollo socio-emocional y motor (Neudecker, 2019; Liang, 2021).
Desde la familia y la escuela se les debe ayudar motivándoles y guiándoles en su aprendizaje para que los sentimientos de fracaso disminuyan. La baja autoestima y la aparición de signos de depresión durante la adolescencia pueden derivar en consumo de sustancias y comportamientos antisociales.
Las terapias psicoeducativas y cognitivo-conductuales deben practicarse en la escuela y en casa. En el caso de los niños, se les debe explicar que tienen este tipo de trastorno y que pueden mejorar. Para ello, se deberá tener en cuenta que el niño con TDHA sufre de inmadurez por déficit de atención e hiperactividad, que muchas de las tareas no las realiza porque no sabe cómo y que la impulsividad que puede mostrar habitualmente se debe a no saber cómo autogestionar el déficit de atención y las consecuencias que conlleva.
Los juegos de mesa (ajedrez, parchís, etc.) son excelentes para ejercitar la búsqueda de estrategias y aumentar la determinación en las respuestas. Se ha demostrado que el ajedrez contribuye a desarrollar el lóbulo frontal (en desarrollo hasta los 30 años) y mejorar las funciones ejecutivas, disminuyendo los síntomas del TDAH.
Es fundamental explicar a la persona en qué consiste el TDAH y los síntomas derivados del mismo, para que poco a poco pueda ir identificando los síntomas en su día a día y, con ello, pueda ir adquiriendo estrategias que le ayuden a mejorar su funcionalidad.
Además de recibir tratamiento psicoterapéutico para obtener mejoras en el funcionamiento del niño y el adulto con TDAH, es muy importante poder ofrecer tratamiento farmacológico a niños, adolescentes y adultos que presenten síntomas de TDAH que les interfiera en su funcionamiento del día a día ya que de esta manera se pueden minimizar los síntomas del TDAH y de las otras patologías asociadas (como la ansiedad y los trastornos de la conducta).
A día de hoy existen diferentes tipos de medicamentos para el TDAH tanto estimulantes como no estimulantes, que ayudan a las personas a presentar una buena funcionalidad y también una mejoría importante de su calidad de vida.
No todas las personas que tienen TDAH necesitan medicación, pero en muchísimos casos la medicación cambia por completo la vida de las personas que sufren TDAH y también les protege de tener otras enfermedades comórbidas en el futuro como podrían ser el consumo de sustancias, los trastornos de ansiedad y trastornos del estado del ánimo, también se reduce mucho la tasa de accidentes y lesiones.
El TDAH es un trastorno con pronóstico bueno ya que, con la terapia y medicación adecuadas, los síntomas mejoran, así como el funcionamiento dentro del ámbito académico, laboral, familiar y social.
American Psychiatric Association (APA). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. DSM-V (quinta edición). Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2014.
Cutler AJ, Childress AC, Pardo A, et al. Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled, Fixed-Dose Study to Evaluate the Efficacy and Safety of Amphetamine Extended-Release Tablets in Adults with Attention-Deficity/Hyperactivity Disorder. J Clin Psychiatry 2022; 83(5):22m14438.
Guerrero R. Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. Entre la Patología y la Normalidad (11ª edición). Barcelona: Editorial Planeta, 2021.
Liang X, Li R, Wong SHS, Sum RKW, Sit CHP. The impact of exercise interventions concerning excutive functions of children and adolescents with attention-deficit/hyperactive disorder: a systematic review and meta-analysis. Int J Behav Nutr Phys Act 2021; 18(1):68.
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