Depresión: síntomas, test, que es

¿Qué es la depresión?

depresion

La depresión es actualmente una de las enfermedades que más invalida a la persona la padece: poco a poco se va aislando y va perdiendo su funcionalidad, su capacidad de relacionarse con los demás, su día a día…

Por ello, la depresión no solamente afecta a la persona que la sufre, sino también a su entorno más cercano: familia, amigos, compañeros de trabajo.

La depresión es la enfermedad mental más prevalente, es 1,5 veces más frecuente que todos los tipos de cáncer y 7 veces más frecuente que todas las enfermedades infecciosas.

Puntos clave

Otros destacados:

La depresión es uno de los factores que más se relacionan con los intentos de suicidio o con el suicidio consumado. La conducta suicida es el resultado de que varios tipos de factores se juntan, no suele ser debido únicamente a una causa.

Las variables que intervienen en la producción de la conducta suicida son muchas, e incluyen factores biológicos, así como variables sociodemográficas, psiquiátricas y psicosociales.

¿Cuáles son los síntomas de la depresión?

Los síntomas más frecuentes de una depresión son los que mencionamos a continuación, pero no han de presentarse todos a la vez, ni todo el tiempo.

  • Tristeza generalizada
  • Bajo ánimo
  • No tener ganas de hacer nada
  • No tener energía suficiente ni para levantarse de la cama
  • Cansarse fácilmente, con cosas que antes se hacían sin ningún problema
  • Pensamientos negativos o catastrofistas (no tienen por qué ser solamente sobre la muerte sino sobre enfermedades, el dinero, catástrofes naturales…)
  • Sentimientos de culpa
  • Sentimientos de fracaso
  • Problemas para retener información nueva o para recordar cosas que antes se hacían con frecuencia
  • Despistes y olvidos frecuentes
  • Llanto desconsolado en algunos momentos del día
  • Sensación de vacío interior
  • Sensación de embotamiento mental, que impide pensar con claridad
  • Dificultades para distraerse viendo la televisión, escuchando música o leyendo
  • Ideas de muerte o de que la vida no tiene sentido
  • Pensamientos de ser una carga para los demás
  • Aislamiento de su entorno: abandono de las reuniones familiares, de las quedadas con amigos…
  • No tener ganas de salir a la calle ni de que los conocidos le vean o le pregunten cómo está
  • Abandono de actividades que antes hacían con frecuencia, ya sea de ocio, de trabajo…
  • Pérdida del apetito y disminución de peso

¿Qué tipos de depresión hay?

Existen varios subtipos de trastorno depresivo como pueden ser la depresión endógena, la depresión reactiva, la depresión atípica, la depresión mayor, la depresión psicótica, la depresión catatónica o la depresión postparto, entre otras.

Por su elevada prevalencia cabe destacar la distimia, que es un trastorno similar a la depresión unipolar, ya que se caracteriza por la presencia del mismo tipo de problemas cognitivos y físicos, pero en un grado menos severo, con una duración mayor (por lo general, al menos dos años). El tratamiento de la distimia es a grandes rasgos el mismo que el de la depresión, lo que incluye antidepresivos y psicoterapia. Si quieres saber más sobre la distimia pulsa sobre el enlace de la línea anterior.

¿Cómo saber si tienes una depresión?

Una persona no tiene por qué presentar todos estos síntomas que hemos visto más arriba a la vez, ni estar todos presentes cada día. Estar triste durante algunos días seguidos de nuestra vida entra dentro de lo normal, no podemos estar contentos o felices todo el rato.

Y es normal que nos sintamos tristes durante un tiempo después de que nos pasen cosas importantes. En estos casos hemos de vigilar que esta tristeza no se prolongue en el tiempo o nos empiece a afectar en nuestro día a día.

Es frecuente que los síntomas de la depresión que fluctúen a lo largo del día y que las personas se encuentren mucho mejor cuando llega la noche, otras pueden estar mejor por la mañana…

Pero no tienen por qué estar todo el tiempo presentando estos síntomas. Las personas con depresión también pueden reírse en un momento determinado, y eso no quiere decir que estén fingiendo el resto del tiempo, o que estén exagerando sus síntomas, sino que hay períodos del día donde se pueden encontrar mejor o más tranquilas.

Por desgracia es muy habitual que si tienes una depresión te sientas incomprendido por los que te rodean, que sientas que no te entienden, que no te ayudan o que las cosas que te dicen no te valen para nada.

¿Cómo se diagnostica una depresión?

La depresión se diagnostica mediante una entrevista clínica con un profesional de la salud mental que esté entrenado para ello. Existe una serie de criterios clínicos que la persona ha de cumplir para poder ser diagnosticada de depresión.

El trastorno depresivo mayor se caracteriza porque el sujeto debe presentar cinco (o más) de los siguientes síntomas durante al menos dos semanas y deben repercutir en la actividad del paciente:

Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días, pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes, pérdida o aumento de peso, insomnio, baja autoestima, problemas de concentración y problemas para tomar decisiones, sentimientos de culpabilidad, pensamientos de suicidio, agitación o retraso psicomotores casi todos los días, fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

También se pueden utilizar test para evaluar la depresión, su principal utilidad es poder ver la evolución de los síntomas de la depresión que presenta la persona.

Es importante acudir a un especialista antes de autodiagnosticarse depresión, debido a que estos síntomas han de evaluarse en el tiempo.

Es muy importante el diagnóstico precoz de la enfermedad puesto que cuando no se diagnostica puede presentar una recuperación más lenta y una evolución más tórpida, así como un peor pronóstico. Y una depresión no diagnosticada y no tratada puede evolucionar a presentar ideas de muerte.

¿Qué hacer si tienes depresión?

Si estás sufriendo una depresión hay que consultar a un especialista que pueda evaluar tu situación en particular y hacerte recomendaciones al respecto.

Es frecuente que muchas personas acudan al especialista meses o años después de haber empezado una depresión, debido a que piensan que lo que les está pasando es temporal, o también a que consultar a un especialista es fracasar ya que han de ser capaces de salir de la depresión por sí mismos.

Cuanto más tarde se diagnostique una depresión, más tardaremos en salir de ella y es probable que las medicaciones tengan que mantenerse durante más tiempo.

¿La depresión tiene tratamiento?

Sí, la depresión tiene tratamiento farmacológico y también psicológico, y ambos se complementan y son necesarios para poder alcanzar una pronta recuperación total de la funcionalidad de la persona.

La funcionalidad de una persona es la capacidad de realizar las actividades básicas del día a día: en el trabajo, en casa, con la familia, amigos, de cuidado de sí mismo…

El tratamiento de la depresión ha de realizarse cuando la persona nota los primeros síntomas, para que las medicaciones hagan efecto cuando antes, y también la psicoterapia tendrá que ser mucho más exhaustiva.

Muchas personas piensan que iniciar un tratamiento para la depresión es una especie de fracaso personal, de no haber sido capaces de haber superado por si mismos alguna dificultad. Esta es una creencia errónea ya que la depresión no se elige y no depende de ser fuertes o no.

Afortunadamente, cada vez más personas acuden a pedir ayuda, y en Barcelona cada vez vemos que el estigma contra la depresión está disminuyendo. Pero aún nos queda mucho por hacer.

¿Cómo ayudar a una persona que tiene depresión?

Si identificamos que una persona de nuestro entorno podría tener una depresión, lo más recomendable sería poder llevarla a un profesional de la salud mental para que pueda hacerle una entrevista y poder valorar si es que tiene depresión o no.

Muchas veces las personas que padecen depresión, al igual que con otras enfermedades de salud mental, son muy reacias a ir al psiquiatra o al psicólogo, porque aún a día de hoy hay mucho estigma. Y en otras ocasiones no creen tener ningún problema o están tan mal que rechazan cualquier tipo de ayuda.

Lo más importante a la hora de intentar ayudar a una persona que tiene depresión es saber acompañar. Acompañar es estar presente, muchas veces no hace falta hablar ni tampoco dar consejos, sino simplemente hacerle saber a la persona que estás ahí y que puede contar contigo para lo que necesite.

Durante el acompañamiento, la persona puede entender la importancia de ponerse en manos de un profesional de la salud mental para poder recuperarse.

¿Qué no se debe decir a una persona que tiene depresión?

Lo que no debemos hacer es restarle importancia a la depresión ni a los síntomas que la persona deprimida presenta. Muchas veces nos ponemos nerviosos o no sabemos cómo gestionar este tipo de situaciones, y nuestros mejores intentos de ayudar a la persona que tenemos delante, acaban haciendo mucho daño sin quererlo.

No hemos de decir frases como:

  • Lo que tienes que hacer es salir de casa
  • No parece que tengas una depresión
  • Si haces deporte vas a encontrarte bien
  • Lo que no puede ser es que estés todo el día en la cama
  • No puedo ayudarte si no me hablas más
  • Tampoco es para tanto lo que te pasa
  • Mira X, ése sí que tiene problemas y no lo tuyo

 

La depresión es una enfermedad, y las personas que la sufren lo pasan realmente mal, cada día es una lucha constante para ellas.

Por eso debemos ser pacientes, aprender a escuchar, a acompañar, a sostenerles cuando se derrumban y ayudarles en el proceso de mantener un tratamiento especializado.

Depresión, ¿por qué no la aceptamos?

Vivimos en una sociedad en la que se ha impuesto que hay que ser feliz por obligación. No se nos enseña a ello, no se enseña cómo ser emocionalmente inteligente desde los colegios.

Se nos bombardea de mensajes positivos en todos los sitios: en las redes sociales, en la publicidad, en los productos de papelería… Y es verdad que hay que intentar poner de nuestra parte para lograr ser felices y conseguir un bienestar emocional, pero no todo depende de nosotros mismos.

En la consulta me encuentro con muchos pacientes que sufren síntomas de ansiedad, o una depresión desde hace tiempo y reconocen que algo dentro de ellos no va bien, pero se asustan en gran medida solo de pensar que podrían estar sufriendo una depresión.

Aún a día de hoy la depresión es concebida como un signo de debilidad mental, de fracaso, derrota o de vagancia, en ocasiones. En consulta es muy frecuente ver cómo personas que han tenido un alto rendimiento social, académico y laboral consultan porque han tenido problemas en algún ámbito vital y con el tiempo acaban presentando sintomatología ansioso-depresiva y no son capaces de gestionarlo porque lo ven como un signo de debilidad.

No aceptar la depresión como una enfermedad lleva a presentar sentimientos de fracaso, que se encadenan con los de pérdida de la valía personal, y todo esto lo que genera es un empeoramiento del estado afectivo, empeorando así la depresión.

La depresión NO es una debilidad, es una enfermedad.

Al igual que el cáncer, la diabetes, la hipertensión arterial, la gripe o la neumonía, la depresión es una enfermedad y como tal precisa de un tratamiento especializado ya sea psicológico y/o psicofarmacológico, y por ello no debemos sentirnos culpables.

Las enfermedades se tratan y no se ocultan. A mi personalmente me gusta poner el ejemplo del cáncer o de la fractura de cadera: si se padeciese alguna de estas dos enfermedades, ¿qué sería lo más lógico?

En el caso del cáncer valorar operación y/o radioterapia y/o quimioterapia hacer un alto en algunos aspectos de la vida para centrarse en recuperar la salud. De la misma manera, cuando alguien se fractura la cadera, lo más sensato es operarse para poder volver a caminar con normalidad, y durante un tiempo tiene que guardar reposo.

Pues bien, si por las enfermedades físicas paramos y hacemos tratamiento… ¿por qué tememos tanto hacerlo por las mentales? No es mostrar debilidad, sino al contrario, es mostrar fortaleza al hacer frente a un estado de salud que no nos está beneficiando.

Con esto no quiero decir que haya que coger la baja laboral o abandonar todas las actividades y obligaciones, sino que hay que valorar cada caso. Lo que quiero decir es que no es motivo de sentirnos fracasados ni débiles por padecer una depresión.

¿Qué es una depresión existencial?

La depresión existencial fue un término acuñado por el psiquiatra Heinz Häfner en los años 50. Hace referencia a un tipo de trastorno que pese a no estar recogido en los manuales oficiales de clasificación de los trastornos mentales, es muy frecuente en las personas que tienen altas capacidades.

Estas personas buscan el sentido profundo de la vida y, a menudo, tienen un nivel de tolerancia muy bajo para las injusticias. Además son personas muy reflexivas. Esto hace que presenten pensamientos de tipo existencialista: ¿la vida merece la pena? ¿por qué todo es tan injusto?

¿Cuáles son los factores determinantes?

Según publica Yalom en su libro Psicoterapia existencial, la depresión existencial tiene cuatro factores determinantes:

  1. Falta de sentido de la vida: cuando las personas no encuentran un sentido a lo que están viviendo aparece la angustia vital, la depresión y el sinsentido.
  2. Aislamiento y soledad: cuando las personas se sienten incomprendidos se aíslan, porque se sienten diferentes a los demás y eso genera sentimientos de vacío.
  3. Falta de libertad: a menudo estas personas tienen preocupaciones sobre el sentido de la vida y sobre las limitaciones del ser humano: ¿por qué no somos más creativos o productivos? ¿cómo podemos sentirnos realizados? Entienden la sociedad como una opresión que limita la capacidad de expresión y de creación personal.
  4. Duelo por fallecimiento: es frecuente que cuando estas personas tienen un fallecimiento cercano de un ser querido, reflexionen sobre el sentido de la vida. Los duelos no causan una depresión existencial, pero sí desencadenan procesos de duda y preocupación sobre el sentido de la vida y de la muerte. Uno de los duelos más sensibles es el duelo perinatal.

Por otro lado, también se ha de tener presente que la depresión existencial puede cursar, además de con clínica de preocupaciones existencialistas, con clínica somática como pueden ser: alteraciones del sueño (insomnio o hipersomnia), alteraciones en la alimentación y sensación de agotamiento o de falta de energía.

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