Los trastornos del estado de ánimo son un conjunto de trastornos que se caracterizan por una alteración del estado de ánimo.1
Un estado de ánimo es menos intenso, más duradero (horas o días), y menos específico (menos dado a ser activados por un determinado estímulo o evento) que una emoción.
Los trastornos del estado del ánimo se clasifican en dos grupos atendiendo a la presencia o ausencia de episodios de manía o hipomanía: los trastornos depresivos y los trastornos bipolares.
La depresión se presenta como un conjunto de síntomas de predominio afectivo (tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático, por lo que podría hablarse de una afectación global psíquica y física, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva1.
Las causas de la depresión no son totalmente conocidas a día de hoy, se sabe que existen diferentes factores podrían intervenir en su génesis, como determinados factores genéticos, vivencias de la infancia y adversidades psicosociales actuales (contexto social y aspectos de la personalidad). También podrían jugar un papel importante como factores de riesgo en el desarrollo de una depresión, dificultades en las relaciones sociales, el género, el estatus socio-económico o disfunciones cognitivas, aunque lo más probable sea una interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales2.
La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave, y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al suicidio.
El trastorno depresivo mayor se caracteriza porque el sujeto debe presentar cinco (o más) de los siguientes síntomas durante al menos dos semanas y deben repercutir en la actividad del paciente: Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días, pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes, pérdida o aumento de peso, insomnio, baja autoestima, problemas de concentración y problemas para tomar decisiones, sentimientos de culpabilidad, pensamientos de suicidio, agitación o retraso psicomotores casi todos los días, fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
El trastorno depresivo es la enfermedad psiquiátrica más prevalente, es 1,5 veces más frecuente que todos los tipos de cáncer y 7 veces más frecuente que todas las enfermedades infecciosas3.
La depresión es uno de los factores más relacionados con la conducta suicida, siendo ésta el resultado de la confluencia de un gran número de situaciones y factores que se combinan entre sí para generar un abanico que iría desde la simple ideación pasajera hasta el suicidio consumado. Las variables que intervienen en la producción de la conducta suicida son muchas, e incluyen factores biológicos, así como variables sociodemográficas, psiquiátricas y psicosociales4.
Es muy importante el diagnóstico precoz de la enfermedad puesto que cuando no se diagnostica puede presentar una recuperación más lenta y una evolución más tórpida, así como un peor pronóstico5. Existen varios subtipos de trastorno depresivo como pueden ser la depresión atípica, la depresión psicótica, la depresión catatónica o la depresión postparto, entre otras. Por su elevada prevalencia cabe destacar la distimia, que es un trastorno similar a la depresión unipolar, ya que se caracteriza por la presencia del mismo tipo de problemas cognitivos y físicos, pero en un grado menos severo, con una duración mayor (por lo general, al menos dos años).
El tratamiento de la distimia es a grandes rasgos el mismo que el de la depresión, lo que incluye antidepresivos y psicoterapia.
El trastorno bipolar se caracteriza por la presencia de periodos de un estado de ánimo anormalmente elevado (manía) alternados con otros de periodos de estado de ánimo anormalmente bajo (depresión)6. En algunos casos, la alternancia entre ambos estados se produce en ciclos rápidos; también pueden darse episodios mixtos, y en ocasiones, síntomas psicóticos. Existen diferentes subtipos:
- Trastorno Bipolar tipo I: Se caracteriza por la presencia de uno o más episodios maníacos, sin ser necesario que el paciente haya presentado episodios depresivos. Es suficiente que haya presentado un episodio maníaco, dado que la experiencia clínica demuestra que tarde o temprano, el episodio depresivo terminará apareciendo durante el transcurso de la enfermedad.
- Trastorno Bipolar tipo II: Se caracteriza por la presencia de una serie de episodios recurrentes de hipomanía, acompañados de uno o más episodios depresivos o mixtos.
- Ciclotimia: Presencia de episodios recurrentes de tipo hipomaníaco y distímico, sin que hayan tenido lugar episodios depresivos mayores o episodios maníacos.
Referencias